
Hace días hablaba con Laura Macià, compañera naad yogi en el proyecto Sunie y en la vida. Recordávamos el tremendo tembleque que sentíamos hace casi una década cuando compartíamos las primeras prácticas de yoga sonoro en público. ¡Qué nervios! ¡Qué inseguridad! Los arcos botaban por encima de las cuerdas chirriando como gatos hambientos, las voces se nos encogían y queríamos huir! ¿Sabeis cuants veces pensé «Laura, ¿¡por qué te mentes en tanto jaleo?!» ? Y es que sentíamos también al mismo tiempo esa claridad de estar haciendo lo que era indicado, lo que se ajustaba a lo que andávamos anhelando.
Con el tiempo fuimos aprendiendo a gestionar el impacto de ser vistas y escuchadas por otros, a valorar el compartir lo que la propia experiencia nos iba entregando, a aceptar la fragilidad de nuestra capacidad técnica en la ejecución del sonido y tantas otras cosas. Hicimos verdaderamente lo que pudimos y … ese estar ahí, así, a las verdes y a las maduras, en esa vulnerabilidad, fué extraordinario. Éso nos cambió. Éso desarmó y sigue desarmando esa área de lo conocido, ese perímetro de lo cómodo.
La fuerza de ese deseo sigue pulsando, haciéndonos emprender borrascas. Hoy grabo un disco, hago un Live en inglés (OMG!) o doy una sesión delante de mi madre. Abro así un camino posible hacia lo sorprendente, lo inesperado, lo mágico, lo místico.
¡La vida es aventura!
¿Cuál es la tuya? ¿Me la cuentas? 🙂
Te dejo aquí un enlace a una preciosa composición de Yogi of Sound, el Profesor Surinder Singh, para invitarte a rendirte a lo que tu corazón quiere vivir.